Una Exposición para Dos Tiempos
1. Sabemos que la muestra dice ser deudora de una formación escultórica y gráfica, ¿en qué medida estos antecedentes personales determinan el curso de esta exposición?
Monumento a la Forma surge de manera inconsciente, sin saber que podría llegar a ser una serie, y mucho menos una muestra.
Realmente comenzó por inquietudes formales y conceptuales que tenía con respecto a la histórica abstracción geométrica, específicamente el Constructivismo y la obra Contrarrelieve, de Tatlin.
A partir de ahí y al ser graduado de escultura y ser estudiante de 4to año de Diseño Escénico en ISA, se genera una inquietud acerca de cómo diseñar el volumen, sin perder su apariencia compacta y la sensación cargada de su presencia, para que pueda metabolizar en un formato plástico bidimensional.
Lo cierto es que me propongo generar una obra que establezca un punto simbiótico capaz de metabolizar el volumen, aprovecho las bondades de la fusión de estas dos especialidades para generar la serie en cuestión, que me funciona, además, como carta de presentación en La Habana al ser la primera exposición personal que tengo en la capital.
2. En este sentido del nacimiento de la exhibición, ¿cómo fue el proceso de selección de las obras, quizás la ejecución de algunas específicamente para el evento, el montaje, la curaduría? ¿En qué medida este proceso se hizo diferente en las circunstancias actuales? Cuéntenos su experiencia de manera general en la organización de la exposición.
Monumento a la Forma tuvo dos versiones.
La primera, en mayo de 2019, fue en La Habana, en la galería Teodoro Ramos, en la barriada del Cerro. A ella le debo la apuesta por mi exposición y mi debut en solitario en la capital.
Para mí fue como romper el hielo e introducir mi obra en el escenario artístico habanero, en el que pretendo seguir incursionando.
Tuvo un carácter intimista, sobre todo por los asistentes, un montaje tradicional, lo cual es comprensible debido a que soy un artista aun por descubrir en el escenario habanero y una organización convencional es lo más acertado en estos casos. Pero, de manera personal, no solo me desempeñé como artista, sino también, junto a los especialistas de la galería y el ISA, como gestor y fue una experiencia sumamente enriquecedora, que pude aplicar con mucha más diligencia en mi provincia natal.
La segunda, en septiembre de 2020, fue en la Isla de la Juventud, en la galería Marta Machado, y, si hacemos una traslación metafórica se puede decir que me sentí como un pelotero cuando juega en su estadio: mucho más seguro.
En parte se debió a que ya la serie contaba con una experiencia curatorial y exhibitiva, ya existía una idea de montaje y preparación que facilitó mucho más este nuevo proceso desarrollado en mi tierra natal.
Gracias a esta base y a mi acostumbrado escenario isleño, se le dio mucha más promoción a la muestra en infografía, flyers, plegables y la colaboración de amigos, como Antonio López Vega, se hizo mucho más cercana. La asistencia se vio mellada por la situación epidemiológica, pero la recepción de la serie, en los diferentes grupúsculos que la fueron a ver, fue muy cálida.
En cuanto al montaje, fue diferente, en tanto el espacio de la galería Marta Machado es más grande y en cierto modo laberíntico. Esto permitió que se jugara ya no solo con los volúmenes que sugerían las obras, sino también con los del propio espacio y se creara un afanoso diálogo entre ellos.
Sin lugar a dudas, el debut sobrio de Monumento a la Forma le garantizó, en su segunda versión, un mayor despliegue expresivo. Ya la parte organizativa y mesurada estaba concebida, por lo que entre los especialistas de la galería isleña y yo nos centramos en explotar las otras potencialidades de la serie. Aunque en ambas locaciones las obras estuvieron acompañadas de sus bocetos y su proceso de concepción, cada espacio le aportó a las piezas una cualidad que aprovechamos de manera diferenciada.
3. Usted tuvo el privilegio de poder exponer una misma serie en dos circunstancias diferentes: el año 2019 y el 2020; enfocándose en la reconocible sacudida que significó la pandemia de COVID-19 para el arte, ¿qué diferencias puede usted apreciar entre ambas muestras, a nivel expositivo?
Es importante esto que me pregunta, porque en el 2019, el mundo seguía su rumbo, pero el 2020, aunque parezca contradictorio, pudo visibilizar mejor el quehacer de los artistas, porque se mudaron las galerías hacia una nueva plataforma que se venía explorando, pero ahora es como el boom del Internet en ese sentido
Casi siempre las galerías han hecho ese trabajo, pero la posibilidad digital es inmediata y realizar una exposición en 2019, como fue Monumento a la Forma, tuvo un corte tradicional, como ya hemos dicho. Sin embargo, con la versión 2 de esta muestra, en la Isla de la Juventud estábamos saliendo de la primera fase y hubo cambios en la dinámica presentativa, que no afectaron el factor artístico, las piezas en sí.
Las personas iban con la mascarilla reglamentaria, estaban los pasos podálicos, la distancia requerida y esto demustra una nueva forma de interacción con las obras y el público. Por ejemplo, el nasobuco oculta una parte del rostro de los espectadores, que era uno de los elementos claves para el artista, en tanto observación de la reacción ante su obra. Asimismo, las inauguraciones eran grandes espacios de socialización y profundo intercambio, que ahora dicho proceso se ve limitado a unas pocas personas.
Por tanto, hay un cambio importante, de peso, que en Monumento a la Forma solo se hace notar en la exposición como tal, no en su proceso artístico porque las piezas portan otros derroteros formales, pero el 2020 significa un replanteo de los códigos, tanto artísticos como curatoriales, no un resquebrajamiento de los mismos. Nos proporciona otro motivo para lo que siempre el arte ha hecho: ensanchar los límites.
4. El título de la muestra refleja claramente su tesis de figuras encontradas en construcciones yuxtapuestas, ¿de qué manera su inclinación abstracta, con influencia concretista, vehiculiza sus inquietudes artísticas?
Mis inquietudes parten de una necesidad por esculpir, pero cuando no puedo cumplir con ella, utilizo la pintura. Empezó por ser un pretexto, pero ha terminado siendo la obra, porque la idea es expresar el sentimiento, ponerlo en libertad.
Y también en esa libertad, yo veo a la abstracción. Es un ejercicio donde te desprendes de todo academicismo y que al principio de mi carrera artística practiqué mucho de manera genuina. Me siento identificado con ella por esta capacidad de reflejar el llamado síndrome del lienzo en blanco, que es dejar el sentimiento fluir de manera azarosa.
Realmente nunca me desprendí de ella esencialmente, la veía en cada rincón, como en las monumentales construcciones del sistema de escuelas de arte. Por tanto, poco a poco, sin dejar de ver la libertad y el azar en ello, fui comprendiendo y curtiendo el concepto de espacio en sistemas estructurados por esquinas, arquitrabes y otros elementos constructivos. Era una provocación constante que no solo le estaba dando un nuevo sentido a esa sensación de libertad de mis producciones, sino también a mi propio pensamiento.
En esta oportunidad, vuelvo a esos orígenes de desprendimiento, pero que a la vez reflejan todo lo aprendido, por ejemplo, de la Bauhaus y el arte minimal, en cuanto a organización y proyección de la forma en el espacio. Es una suerte de vehículo dual, que me concede la libertad expresiva de mis raíces, pero que ahora puedo aprovechar con mucha más experiencia y madurez.
5. En este sentido, ¿cuál sería la obra más representativa de la exposición?
Aunque considero que todas las piezas forman parte de un todo monumental en esa oda a la Forma, la obra más representativa de la primera versión de Monumento a la Forma en la Galería Teodoro Ramos, fue Un nuevo nivel de pensamiento y en la segunda versión fue Sonitus.
Las considero las más representativas porque desde el proceso creativo así lo sentía. En ambas pude captar la verdadea motivación cognitiva de la serie, pues ambas, en diferente acabado, reflejan un proceso de ascenso, que al final de cuentas es el objetivo de la muestra: mostrar otro nivel de comprensión con respecto a la forma y su tratamiento. Aunque a nivel de montaje no estuvieron diferenciadas de las demás, el público se mostró mucho más atraído a esas obras en particular.
6. Sabemos que las representaciones no-figurativas pueden generar cierta tensión en el gran público, en este sentido, ¿cómo se manifestó la recepción desde la comprensión y el gusto por parte de los espectadores? ¿Cree que esa tensión tuvo mayores ascendencias a una experiencia cognoscitiva del volumen o hacia el simple recreo de las formas resultantes de las combinaciones?
Recuerdo con humor que uno de los asistentes a una de las exposiciones que estuve realizando con anterioridad se me acercó y me dijo que ese era el tipo de muestras en las que él se preguntaba ‘qué rayos habrá querido decir el artista’.
Creo que esa es la expresión más genuina, y más recurrente, de un espectador cuando se enfrenta a una producción abstracta.
Sin embargo, con respecto a la muestra en cuestión, considero que la impresión general estuvo ligada a sentir la forma representada como escultura, pero a verla como una pintura. Por tanto, la tensión generada en los espectadores tuvo un poco de conocimiento, pero también de distracción, al descubrir una nueva maniera de percibir un cuerpo volumétrico y recrearse en ese resultado.
7. Precisamente desde su experiencia como artista y también como receptor de muchas de estas muestras en el escenario cubano, ¿hasta qué punto, y por qué, la actualidad pictórica cubana, no solo en el recién culminado año 2020, sino quizás en los últimos 5 años, se siente atraída por estas configuraciones abstractas, que a veces hasta prescinden del referente natural? ¿Qué significado sociológico y artístico se le puede atribuir a dicha inclinación?
Ciertamente la abstracción se ha convertido en una solución recurrente para muchos lienzos. Es tan hermosa como peligrosa, porque si bien es hija de la libertad, a veces la libertad no va acompañada del proceso de introspección, de intimidad, que uno tiene que compartir consigo mismo para poder llevar a cabo la abstracción.
La reciente inclinación tensa esas posibilidades.
El artista esta en búsqueda de sí mismo, no como profesional, sino probablemente como persona, sin embargo, es una actividad de mucha carga emocional en la que peligra la posibilidad de perderse en lo superfluo, en el discurso vacío y en el trazo incipiente; y en los tiempos que corren, uno no solo debe reinventarse, sino también no perderse. En cierto sentido, esa es la dualidad de la abstracción: buscarse, reinventarse, pero no perderse.
Por ello me gustaría citar en esta entrevista la obra de Dorian Agüero. No lo considero un abstracto, pero su obra ha sufrido una simbiosis, porque comenzó con una obra figurativa, un tipo de producción que satirizaba la figura humana, la convertía en animal, como una especie de Rebelión en la Granja y ahora sus últimas piezas pasan por un tipo de figura-abstracción.
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