Publicado por Ángel Alonso en el Caimán Barbudo el 3 de enero de 2020
La Habana y Barcelona son ciudades distantes en el mapa, pero tienen mucho en común. Se destaca el eclecticismo de sus arquitecturas, contenedoras de decoraciones neo árabes y creativos edificios con dominio del Art Noveau. Hubo una gran influencia del modernismo catalán en Cuba, se puede ver en los serpenteos caprichosos de las losetas catalanas que habitan en enormes casas de la Habana, construidas bajo la influencia de Gaudí. Características de este influjo son también las antojadizas decoraciones con azulejos que pueden verse, sobre todo, en ciertas zonas de Centro Habana.
La arquitectura dice mucho de los pueblos porque es el arte que más nos envuelve, el que más nos condiciona, pero hay otros puntos comunes, más allá de lo visible, que son los que investiga la exposición Herederos de Hatuey, continuación de otra (El sentimiento de la urgencia; artistas cubanos y catalanes, Calaf 2017) y precedente de otras, entre ellas una de artistas catalanes que será en La Habana, propósito para el año 2021.
El objetivo es lograr un intercambio cultural lo más auténtico y lo menos institucionalizado posible, esa es la razón actual del proyecto Acción Cultural Ecléctica, que organiza esta muestra y prioriza, como su nombre lo indica, destacar la cualidad plural y diversa del arte. En este caso, el eclecticismo de Barcelona y La Habana, sirven como marco para mostrar el arte de la segunda en la primera y se han traído, para ser coherentes con ese eclecticismo, obras de creadores cubanos que se conducen por caminos muy diferentes en cuanto a expresión, lenguajes y discursos artísticos.
Es esta una exposición representativa del arte cubano actual que menos se ve y que más se realiza. La pintura y la escultura son los medios más utilizados por los artistas de nuestro país y, paradójicamente, estos lenguajes no se hacen muy visibles en los eventos más importantes de la isla, como la Bienal de La Habana y el Salón de Arte Contemporáneo. Tales eventos hacen pensar, al menos desde sus exposiciones centrales, que lo único que se produce en Cuba es videoarte, instalación y performance. Por eso es que Herederos de Hatuey se enfoca en los medios expresivos tradicionales.

La exposición está integrada por artistas que viven en Cuba y en España, no se discrimina en ella ningún lenguaje expresivo, es una mirada amplia a lo que se está haciendo y no se detiene ante clasificaciones, nombres ni prejuicios.
Una cita extensa de las palabras al catálogo es un buen recurso para nombrar a los artistas participantes, el texto ha sido elaborado por la estudiante de la Facultad de Historia del Arte de la Universidad de La Habana, Marta María de la Fuente Marín
«La mayor parte de la nómina escoge la pintura como medio fundamental de expresión, militando entre ellos solo un joven escultor, Dogny Abreu, cuyo respeto al material casi puro de la madera ofrece una poderosa fuerza expresiva.
» Si de singularidades se habla, destaca Odalys Hernández Fernández, única mujer del grupo que conforma su obra a partir de referentes simbólicos provenientes de percepciones personales. Ella y sus colegas muestran la línea en todas sus capacidades formales; si bien la artista se recrea con el componente dibujístico en la producción técnica depurada, Jorge Mata lo hace desde las irregularidades y las imperfecciones. Sus motivos están apegados a un misticismo igual de simbólico, pero que no busca un modelo en la realidad. Tal principio de lejanía mimética se percibe en las figuras de Jorge Delgado Gutiérrez. Juega con los referentes visuales de la etapa prehistórica, pero resemantizados en autoría, sentido artístico y espacio- temporalidad.
» De esa etapa primitiva de la Humanidad también se rescata el palimpsesto, empleado por Felipe Alarcón. Es Wifredo Lam quien se multiplica en el espacio de la obra. Jorge Luis Legrá construye también un amasijo de formas en las bondades de esta técnica milenaria, pero en el uso eficaz de los contornos para definir ‘fronteras’; las que no parecen existir para los dos cuerpos amantes expresionistas de José Rigoberto Rodríguez. Esas siluetas se transforman para Pablo Quert en dos semblantes marmóreos que la distancia separa y el tiempo detiene como metáforas del contexto isleño que a la vez las envuelve en la pieza.

» Ante tal fisonomía inamovible, Osvaldo Moreno lo resuelve en una dinamización de la anatomía, casi de manera mecánica. La brillantez de los colores aporta al establecimiento de conexiones e influjos en el cuerpo humano, que discursa sobre el modo en que ‘todo Entra’ y ‘todo Sale’ a través de los sentidos y/o el placer cognoscitivo. Moreno transparenta un tipo de funcionamiento; recurso de ‘cristalización’ que Yoandry Cáceres no se toma a la ligera y lo traduce desde la literalidad. Esta descarga texturizada para Abenamar Bauta significa un estallido colorístico que asume desde el geometrismo; que para Yalain Falcón se traduce en combinaciones numéricas en una suerte de horror vacui. Ángel Alonso se deja llevar por el chorreado que combina con claras soluciones dibujísticas de referente natural y que pone de frente al espectador con un tipo de deuda histórica –saldada o no- de rebeldía que la explosión poética no puede eclipsar, de hecho, se nutre de ella».
Hacer en Barcelona esta muestra de artistas cubanos, la mayoría de amplio currículum, muchos de ellos destacados en su país o fuera de él, merecedores de diversos premios y de carrera consolidada, motiva por razones culturales. De pronto el uso de los medios expresivos que antes parecían conservadores se torna un acto rebelde. Son abundantes los puntos en común con los colegas barceloneses, muchos de ellos creadores que siguen cultivando la pintura y la escultura. Esta rebeldía es la que da título a la exposición, porque Hatuey, aunque se conoce más como una marca de cerveza, fue en realidad el primer héroe cubano.





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